Es evidente que actualmente el sistema está sumido en una profunda crisis. No se trata únicamente de una crisis económica, es también una crisis política, social, institucional… Las instituciones que sustentan este modelo supuestamente democrático se han convertido en instrumento para sostener el salvaje sistema especulativo, lo cual provoca el descrédito las instituciones políticas. Las instituciones más cercanas al pueblo, es decir, los ayuntamientos, también participan en ese juego y aplican las políticas capitalistas, lo cual no hace sino distanciarlas aún más de la ciudadanía, convirtiéndolas en instituciones ajenas al pueblo.